En esta ocasión quiero compartir una historia que me ocurrió la semana pasada, algo que era parte de un día cualquiera, un momento que pudo cambiarlo todo.
Mientras caminaba de regreso a casa toda sudada del gimnasio, recuerdo que el técnico iría hoy a mi casa a arreglar el sistema. La compañía dijo que vendría alguien entre 10 y 1 pm y eran casi las 10. No quería que llegara cuando me estuviera bañando así que decidí esperar a que llegara, pues no me agradaba la idea de estar bañándome mientras un extraño estaba dentro de mi apartamento. Además, es algo arriesgado estar a solas en mi departamento con un perfecto desconocido.
Desde que empecé a trabajar en Kwema, inmediatamente me volví paranoica con mi propia seguridad. Recuerdo una reciente conversación que tuve con mi amiga, Anna, quien me comentó que le pidió a su esposo que se quedara en casa un día de trabajo porque iría una persona a arreglar su internet y ella no quería estar sola con su bebé y el hombre extraño. “Nunca sabes a quien le abrirás tu puerta…” me dijo.
Ves, el peligro no solo existe en casos extremos como viajar a través de las favelas brasileñas, también ocurre dentro de nuestros quehaceres diarios, como cuando un hombre de 40 años va a arreglar tu televisión cuando estás sola en casa y lo dejas entrar con una sonrisa….
Yo estaba feliz de tener mi brazalete Kwema en esta ocasión, me sentí mucho más segura. Tal vez un 90 o 99% (dependiendo de donde seas) de las veces nunca te sucederá algo, pero incluso en este porcentaje de entre 1 a 10% todo puede suceder. Estos momentos pueden cambiar tu vida para siempre, no te confíes. Mantente a salvo, siempre.