Ayer alrededor de las 8 de la noche, mientras esperaba en la parada de autobús, un sujeto que iba cruzando la calle llamó muchísimo mi atención por un objeto que traía en la mano -desde hace mucho tiempo, como medida de seguridad siempre acostumbro a ver lo que las personas traen en sus manos-. Me quede observando fijamente y en efecto, el sujeto traía entre sus manos una pistola.
No pude quitar mi mirada de encima, estaba en shock por lo que vi, miles de pensamientos se me vinieron a la mente y sin duda el pánico comenzó a alterarme. ¿De dónde venía ese sujeto? ¿Por qué traía el arma como si nada? ¿Acaba de asaltar o herir a alguien? Por un momento pensé que si me había visto observándolo, pero siguió su camino. En ese instante me alteré y no lo pensé ni un segundo más, pagar un taxi valía el costo.
Como sea, este tipo de situaciones me han hecho poner mucho más atención en mi seguridad y también en la de las personas que amo, y si de algo estoy segura: LA SEGURIDAD VALE CUALQUIER PRECIO.
Al ser parte de Kwema he tenido la oportunidad de ser más consciente de estas situaciones, cada día leo historias de personas que han sido asaltadas a dos cuadras de su casa hasta extremos casos de violencia como el feminicidio de una chica de mi misma universidad. Es inevitable no sentir una impotencia tan fuerte que me hace cuestionar no solo que está mal en el mundo, sino que las soluciones que se han propuesto previamente, no han funcionado para nada.
Pero sin duda, sé que con empresas como Kwema no todo está perdido. Y los valores que mueven a compañías como Kwema deben ser difundidos y dados a conocer a todo el mundo, y así lograr que de una vez por todas los seres humanos seamos más conscientes de que nuestra seguridad debe ser nuestra prioridad número 1